Agua bajo la puerta

Carolina Ardila
2 min readJun 22, 2022

--

Cerró la puerta tras de sí. Inhala y exhala lentamente. Comienza el ritual. Está cansada permanentemente. No, no es cansancio, no puede respirar igual, siente una presión en el pecho que no la abandona.

Una noche inquieta, una madrugada plagada de viajes, de historias que probablemente no ocurrirán, mientras ella sigue en esta ciudad que la reseca, hermosa, que le roba el tiempo.

Se dirige al segundo piso, abre una puerta, la siguiente, abre la llave del agua caliente aunque no hace frío. Busca el parlante, selecciona la canción, se desnuda, se observa frente al espejo. ¿Qué espera ver? Examina su reflejo antes que el vapor ocupe toda la imagen. La otra le responde con una expresión de extrañeza.

Desliza la puerta corrediza que nunca cierra bien. Hay que colgar una toalla en el tubo del carril superior para hacerle freno y se mantenga en su lugar. Se desaparece en una nube de lluvia y vapor.

Jabón, mucho, suave, resbaladizo. Agua corriendo entre sus cabellos, sus ojos, mejillas, boca, barbilla. Sus manos acarician su rostro en movimientos lentos, desde la frente al cuello. Siente su temperatura elevada, desde dentro, pero no abre el paso de agua fría, como tratando de eliminar un sentimiento que no se lava, que no se va con el agua por la cañería.

Sus dedos entre sus cabellos una y otra vez, para recoger los que se desprenden de su cabellera abundante, rebelde y larga. Se le entrelazan en las manos y ella los va ubicando en las paredes de la cerámicas haciendo mapas, caminos de territorios que no existen.

La música inunda la pequeña habitación con la única y diminuta ventana que da hacia las áreas comunes del edificio, así como quien tapa el desagüe para ver poco a poco subir el nivel del agua. Agua, agua caliente, agua que corre por sus hombros pintados de pecas como estrellas.

Ella baila con ojos cerrados, mientras sigue usando sus dedos de peine. Agua por sus pechos pequeños, brazos, cintura, caderas y sigue bajando. Más de 20 minutos, de este proceso. Qué difícil es lavar angustias.

Escucha crecer la canción y la respiración se acelera a ese compás. 4 minutos 36 segundos que transcurren y vuelven a empezar, que traspasan las paredes hasta el pasillo y rebotan en eco. Cuántos cabellos en una maraña. Cachetes colorados, párpados apretados y el agua comenzó a escaparse por debajo de la puerta.

--

--

Carolina Ardila
Carolina Ardila

Written by Carolina Ardila

Como diría Alicia, la del país de las maravillas: A duras penas se quién soy. Se quién era cuando me levanté, pero he cambiado varias veces desde entonces.

No responses yet