Golpe en la mesa y pa’ adentro

Como si la vida no estuviera ya un poco patas pa’rriba lo que se viene ahora trae instrucciones: “agítese y consúmase”, como un trago que me dieron alguna vez que era con soda y tequila. Básicamente tapas el shot que contiene ambas bebidas, lo golpeas justo antes de tomarlo para alborotar el gas y te lo tomas. O al menos creo que era así.

Sueno super alcohólica pero el ejemplo le va como anillo al dedo porque el efecto del golpe del shot antes de tomarlo hacía que las burbujas, y el alcohol, se te subieran a la cabeza como disparados de un cohete. Es divertido, lo juro.

A algunos cambios me he resistido, algunas verdades intenté negarlas, evadirlas o creí poder cambiarlas. No sirvió de mucho. Hay cambios que solo se pueden hacer en uno mismo. Pareciera que andar por la vida con los ojos cerrados te asegura el golpe con el poste más cercano.

A veces me pongo en modo intensa-motivacional porque cuando me escucho sueno medio insoportable, en plan: me entrego a disfrutar cada momento dulce, sin que se me olvide la que vida es agridulce.

De la compañía de los que quiero cuando están, cuando se puede. De las conexiones y relaciones que el mundo digital me permite mantener. De si hace frío, que bien que me puedo poner botas, gorro y bufanda. Si sale el sol, absorber esa vitamina C como pueda e imaginarme flotando en el mar.

Me pongo en modo encontrar-algo-inevitablemente-lindo en medio de tanto caos. En lo que debo agradecer, que de eso tengo todavía tanto. En seguir buscando y encontrando oportunidades tras puertitas lindas para abrir.

Estoy jugando a la silla caliente con la vida y la zona de confort es la silla. En cuanto me siento vuelven a poner la música y hay que levantarse a seguir jugando. Menos mal hay música.

Allí está servido el próximo shot con burbujitas, ¿brindamos?