La noche de mi fake cumpleaños
Cuando estoy contenta soy más extrovertida. Siento un rush en ascenso como la espuma de una cerveza mal servida. Esa contentura en mis cumpleaños crece.
En mis cumpleaños, reales y falsos, pasan cosas increíbles. Las busco y las encuentro. Reúno a gente que quiero, usualmente en un petit comité. Gente con quien hablar y echar cuentos. Se toma tequila o mezcal, se ríe a carcajadas.
En Octubre, en un viaje a la CeDeeMeequiX, se dió la bonita casualidad de que alguien espontáneamente dijera “es que es tu cumpleaños” *guiño guiño*, cuando yo horas antes escribía en un grupo de WhatsApp para tener mejor poder de convocatoria, “cualquier excusa es buena para reunirnos y celebrar”.
En mi último cumpleaños real fue la primera vez que le acepté un shot a un desconocido. En esta noche de mi cumpleaños fake, estaba en una de mis ciudades favoritas, reuniendo a gente creativa y divertida en una mezcalería. Antes de irnos me detuvo el bartender para ofrecerme “un shot para la cumpleañera”. ¿Qué se le dice a un mezcal regalado la noche de tu no-cumpleaños? “Gracias y salú”.
Me preguntaron mi nombre, me felicitaron y me fui feliz.
Estaba allí celebrando atreverme a lo inesperado y volver a esta ciudad que me recibe siempre con una peculiar familiaridad.
La CeDeeMeequiX es un metaverso en el que cada vez que entro hay una expansión del mapa, una nueva acción que completar. Es una ciudad interactiva y viva, que puesta para alguien como yo, se presenta como una invitación constante a regresar.
Con amigos y seres queridos bromeo sobre todas mis versiones y sobrenombres.
Colibrí, Carolina Furiosa o solo Furias, Carolina Medium, Carolina Nobox, Photolina, la de cabellos esponjosos, Chica boheme, Chandre, Yukarita, Caroline, Carolé, Mami, Caro, Sis, C.
Esta Carolina, es la versión con sed de experiencias y la CeDeeMeequiX es la locación perfecta para inspirar historias increíbles.
Es el set de películas inesperadas, el spot para bares ocultos que aparecen como actos de magia tras una cortina. La que me regala el encuadre perfecto para una foto de naturaleza muerta como un cuadro de un bodegón.
Como mis pasos siguen siendo los de una turista, aunque visitante frecuente, turista al fin, aún mantengo mi asombro en cada esquina, en cada sorbo de mezcal, en cada gota de picante que me destapa las fosas nasales y cada pedacito dulce de piña en unos taquitos al pastor.
Mantengo la emoción y el deseo por las noches de planes imprevistos, las tardes con visitas sorpresas y no tan sorpresas, mantengo el gustito por las palabras que me enseñan que me ponen la lengua en curva como un tobogán. Ahora no la recuerdo pero seguro tiene tlxch.
Mantengo también el placer en la punta de la lengua del mazapán que me regalan porque saben que me gusta o las recomendaciones gastronómicas de todas las chucherías que solo consigo en México como si fueran manjares exquisitos. Mantengo la dulzura que le ponemos a la vida misma siempre dejando la historia inconclusa para tener excusas para volver.
Me permito caminar de noche y de día por la ciudad, sola o acompañada, mirar hacia arriba, leer los mensajes en letreros, paredes, posters y murales, y los tomo como si la ciudad me hablara a mí. Exclusivamente a mí.
En mis visitas recurrentes ya incluso tengo tradiciones, como ir a una tiendita de diseño hipster de compras, y donde conseguiría mi suéter favorito en el mundo. En mi equipaje no falta la ropa y los zapatos adecuados para que no se pierda la linda costumbre de salir a correr en las mañanas entre la estela de brillantina que aparece a primera hora en la ciudad de los 21 millones de habitantes. Sacar a la Carolina Medium y a todos mis clichés a un café para ser ser la escritora extranjera.
Sentarme frente a la fuente de Cibeles, la de la CeDeeMeequiX, y escribir:
Hay puertas que cerramos
y hasta clausuramos
para abrir otras.
Puertas con ojos en ellas
Ventanas con vistas a ángeles dorados
que nos dan la espalda.
Ventanas-espejo
que reflejan la hora dorada.
Cuántas historias por inventarme
cuántas historias por escribir
cuántas posibilidades
cuántas puertas por abrir.
Cuánto cielo abierto
cuánto reinventarnos
cuántas versiones de mí por descubrir.
La vida es una película con lluvia falsa
la vida es un rompecabezas que armamos
con recuerdos compartidos.
La vida es un metaverso,
donde cumplo años un día de octubre,
y quiero ser yo quien ponga la música.