Matemática imperfecta

Carolina Ardila
3 min readSep 14, 2022

--

Tenemos que hablar y me desarmo. Busco en el baúl de mis razones para huir, de mis razones para quedarme, de las excusas para no tomar una determinación mientras navego en el mar de mis indecisiones.

Tenemos que hablar y no sé si enfrente tengo solo dos caminos, que de igual forma no logro divisar hacia dónde van. Estoy paralizada frente a las bifurcaciones que se multiplican y se borran sin cesar y no logro avanzar.

Tenemos que hablar y he estado evitando con éxito rotundo tomar decisiones más allá del momento preciso cuando te tengo enfrente y todo se reduce a una dosis más de ti o saber dosificar.

Tenemos que pensar, me dices, y si me adentro en esos pensamientos, en mis conversaciones unidireccionales y monólogos, tal vez no nos veamos más, por eso aún no te incluyo en mis preocupaciones fundamentales y crecen mis miedos bien plantados. ¿Los ves? Algunos incluso han floreado ya.

Dejemos de pensar más bien, y hablemos entonces de matemática imperfecta porque a mí las cuentas no me dan, de los días desde que nos conocimos y la cantidad de veces que en tus brazos me he querido quedar.

Hablemos de lógica, física y las leyes de gravedad así como la distancia que separa nuestros cuerpos, esa que no me permite pensar con claridad. Hablemos de nuestra química insoluble y puntos de ebullición. De tu olor, de tu temperatura, el tono de tu voz, elementos de la tabla periódica de esta atracción.

Hablemos de todo lo que la luz del sol no logra tocar y lo que la ciencia no logra explicar, como por ejemplo que yo crea que mi alma está realmente en el mar o que en ninguno de los escenarios que me he planteado en la vida te logro dibujar y sin embargo aquí estás como una pieza de monopolio en un tablero de ajedrez, o tal vez sea al revés y las reglas del juego yo aún no las logro entender.

No, no me hagas hablar, porque no quiero dejar de encontrarte espacio en mis rutinas, ni sé cuándo ni cómo me enseñaste otra vez a descansar mi respiración, mis ojos y el redoblar del ritmo de mi corazón.

Contigo soy ser humano, soy mujer, y sonrío. Pero tengo varias puertas cerradas, para que no puedas ver, para que no puedas pasar, para que no me puedas juzgar, para que no me duela tanto cuando me vayas a faltar.

Nunca me han gustado las mañanas pero cuando el despertador suena en tu habitación antes de las seis y el sol se asoma quejumbroso por tener que empezar otra jornada, me pesa menos levantarme de la cama y reiniciar el contador de un día más de trabajo en donde siento que cada vez gano menos e invierto más.

¿Cómo hago para resolver esta ecuación cuando se me olvida proteger mi corazón? ¿Cómo establecer las variables a un problema que no hallo cómo plantear? Entonces tenemos que pensar y yo dejo escapar un “te quiero” como un tren a toda velocidad hacia un muro sin acabar.

Tenemos que pensar me dices, y me preocupa, porque lo que he pensado es que esto me va a doler a mí mucho más. Que he estado esperando que tú al leer el anunciado inmediatamente entiendas que este problema no tiene solución.

--

--

Carolina Ardila
Carolina Ardila

Written by Carolina Ardila

Como diría Alicia, la del país de las maravillas: A duras penas se quién soy. Se quién era cuando me levanté, pero he cambiado varias veces desde entonces.

No responses yet