Volver a entrar
Estoy fuera de mi casa sin encontrar las llaves para poder entrar. Para dejarme pasar a mí misma. ¿Cómo he podido dejarme fuera?
No es realmente despiste aunque se haya escuchado por allí que soy una-de-esas-personas. ¿Qué más da si siempre aparecen? En un abrigo, el bolsillo de un pantalón, al lado de la plantita de la entrada o en el piso, junto a la mesa de noche.
Es casi inaudito para una persona ansiosa que cada vez que sale revisa unas tres veces si lleva las llaves de su casa consigo.
Aquí estoy, frente a una casa cerrada desde dentro, con una cartera con demasiados bolsillos y un montón de cosas que sólo me hacen peso, con la idea que podría necesitarlas y nunca las uso.
Estoy acá fuera y no la reconozco del todo. La casa, me refiero, o ¿es la casa la que no me reconoce a mí? Me mira sospechosa. Tal vez ella secretamente me ha escondido las llaves. ¿No merezco acaso entrar al lugar que he llamado hogar los últimos años? Eso es un golpe bajo casa.
Me resigno a no poder entrar.
¿Hay acaso una palabra clave? ¿Un código? Intento con J03Fernando_elsucio. No es el nombre de mi segundo perro. Tal vez es Flores3nlac4bez4. Otro intento fallido. “Intente una contraseña que no haya usado antes” me dice, aunque siga creyendo que el hogar es movible como una planta de raíces en el agua para no-apegarse-demasiado. Hashtag #pajaquesediceaunamisma.
Sigo removiendo todo lo que llevo en la cartera. Tal vez la dejé en otro lado.
¿Y si no la encuentro? ¿Tengo que hacerme una casa nueva? Suena un poco exagerado tener que hacerse una casa nueva por perder una llave. Sí, que ya sé, que el problema es más profundo, no me mires con desaprobación. Pero casa, eres MI casa. Te construí para mí, pero no niego que también con la idea de darle cabida a más gente.
Tú y yo sabemos que he entregado la llave tratando siempre de ser precavida pero a la vez con la sincera ilusión de alguien -osea yo- a la que le gusta una casa llenita de gente.
Lo mejor es que para ser un hogar portátil, no necesitaba que fueses muy grande, porque sabemos que tú te puedes expandir a placer. Esa es la casa que siento mía, un lugar palpitante donde se cuela la música por las ventanas, por eso tal vez encontrarte en silencio es especialmente desconcertante.
Mientras estoy acá fuera con las manos moviéndose a oscuras en ese hoyo negro que es mi cartera, lo pienso de nuevo. Cuando encuentre la llave le sacaré no una, sino varias copias, así si vuelvo a perderlas y volvemos a no reconocernos -ella a mí, yo a ella, yo a mí- quienes me quieren, me podrán ayudar a volver a entrar.